El Desierto de Atacama, un desolado paisaje, ha sido invadido por una montaña de ropa sin usar y sin vender, una prueba impactante del impacto devastador de la moda rápida en el medio ambiente. Esta región, el desierto más seco del mundo, se ha convertido en un gigantesco basurero de prendas desechadas, desde suéteres navideños hasta botas de esquí, dejando en evidencia las consecuencias del consumismo desenfrenado en la industria de la confección.
La industria de la moda es responsable de entre el 8% y el 10% de las emisiones de carbono a nivel mundial, superando incluso a las industrias de la aviación y el transporte marítimo combinadas. Las estadísticas alarmantes revelan que se quema y envía al vertedero el equivalente a un camión de basura lleno de ropa cada segundo en el mundo.
La producción de ropa ha aumentado de manera exponencial en el siglo XXI, duplicándose en los últimos 15 años. Los consumidores compran un 60% más de ropa ahora que hace dos décadas, y la moda rápida, aunque asequible, se ha convertido en una amenaza ambiental.
El desierto de Atacama en Chile se ha convertido en un destino final para toneladas de ropa desechada. Alrededor de 59,000 toneladas de prendas llegan al puerto de Iquique cada año, y gran parte de ellas terminan siendo contrabandeadas a otros países latinoamericanos o abandonadas en vertederos. Cerca de 39,000 toneladas de esta ropa no se venden y acaban en estos vertederos, contaminando el paisaje y generando serios problemas medioambientales.
La ropa, tratada con productos químicos o sintética, puede tardar hasta 200 años en biodegradarse, y es igual de tóxica que otros desechos, como los neumáticos o los materiales plásticos. La exposición prolongada a estas prendas contamina el aire y los canales de agua subterráneos, afectando el ecosistema y la salud de las personas que viven cerca de estos vertederos.
La producción de ropa es una de las mayores responsables del desperdicio de agua a nivel mundial. Para fabricar un solo par de jeans, se requieren aproximadamente 7,500 litros de agua, lo que representa un uso insostenible de este recurso vital.
La situación en el Desierto de Atacama es una llamada de atención sobre la necesidad urgente de cambiar nuestros hábitos de consumo y reducir la producción y el desperdicio de prendas de moda. La industria de la confección debe tomar medidas para ser más sostenible y responsable con el medio ambiente, y los consumidores deben optar por prácticas de compra más conscientes y responsables. Solo así podremos evitar que lugares emblemáticos como el Desierto de Atacama se conviertan en testimonios de nuestra irresponsabilidad con el planeta.